Las bases de la producción musical
en la DAW
Con la ayuda de las modernas DAW (Digital Audio Workstations) es muy sencillo hoy en día, crear canciones en tu propia casa, desde la idea hasta el máster. A continuación te mostraremos básicamente como funciona una DAW utilizando como ejemplo Samplitude Pro X Suite.
Del estudio de grabación a la DAW
Para comprender la manera de trabajar en una DAW ayuda bastante imaginarse cómo se trabajaba antiguamente en los estudios de grabación.
En los orígenes de la producción musical se realizaban las grabaciones sin ninguna ayuda de ordenadores, secuenciadores o cualquier otra herramienta digital.
Armarios repletos de máquinas de efectos, o verdaderas "cámaras de eco", con las que se generaban resonancias o reverberación artificialmente. Se puede decir que en los tiempos analógicos había de todo en un estudio, excepto trabajo no destructivo. Las modificaciones realizadas sobre el material grabado tenían que volver a grabarse, si no se perdían tan pronto como se realizaban nuevos ajustes en la mesa de mezclas o en los efectos.
Presets, plantillas y funciones de memoria, hoy omnipresentes, entonces no existían. Por eso era necesario trabajar de forma muy precisa e impecable. Era simplemente imposible dejar reposar una mezcla terminada, para eliminar a posteriori posibles errores. Tan pronto como el ingeniero de sonido comenzaba a trabajar en la mezcla de la siguiente canción, se restauraban completamente configuraciones, potenciómetros y controles de nivel. El único medio posible para conservar las mejoras alcanzadas era lo que en una DAW se conoce como "stereo bounce" o método de reducción de pistas.
Dada la necesidad de trabajar sin fallos y con una precisión total, surgió una generación de ingenieros de sonido virtuosos, que, a la vez, intentó ir mejorando este proceso. Así se fueron desarrollando funciones de software, como, por ejemplo, "Total Recall" que permitía almacenar completamente configuraciones y routings de la mesa de mezclas y efectos. Estos podían volver a ser cargados más tarde. Con esta innovación, los ingenieros de sonido podían volver a un estadio anterior de la mezcla, para poder solucionar errores graves. Las configuraciones guardadas se tenían que devolver manualmente a su posición inicial, lo que requería mucho tiempo y un trabajo minucioso.
Aunque otras tantas funciones, que se fueron imponiendo con el tiempo, facilitaban mucho el trabajo de estudio, no parecía posible con los medios de entonces alcanzar una verdadera mejora en la edición de sonido. La fase de edición se atascaba con tareas muy laboriosas y que exigían mucho tiempo, como cortar la cinta magnética con cuchillas de afeitar, para después unirla de nuevo con cinta adhesiva y solucionar así fallos de los músicos. Al contrario que cuando se aplican efectos a la mezcla, durante el corte no era posible una escucha previa de los cambios o deshacerlos. Una vez realizado el corte con la cuchilla, ya no había vuelta atrás.
Con la aparición de las primeras DAW se produjo una verdadera mejora. Con las tijeras y el pegamento virtuales se podía recortar, arrastrar y unir de nuevo el audio digitalizado al gusto.
Fundamentos de las modernas DAW
Las ventajas de las modernas DAW, como Samplitude, se hacen todavía más evidentes durante la grabación. Con solo un PC en casa dispones de todo el equipo, que antes ocupaba varios cientos de metros cuadrados en un estudio de grabación analógico. La cámara de eco, la sala de control o la de edición se encuentran a tan solo unos clics de distancia y además ofrecen innumerables funciones extra y también asistentes, que aligeran el trabajo en el estudio.
El primer paso, para trabajar tu material en una DAW, consiste en digitalizar el audio, o conversión analógica digital (ADC, analog-to-digital conversion). La resolución de tonos y sonidos naturales puede variar de muy pequeña a muy alta. Por eso es necesario otorgar a estos sonidos en cada momento el valor correcto de volumen. En cada momento se muestra el sample rate en kilohercios y el volumen en profundidad de bits. La combinación más conocida es 16 bits y 44,1 kHz, que se corresponde con la resolución del CD de audio. Otros valores posibles en Samplitude Pro X son 24 o 32 bits y hasta 384 kHz. Valores mayores exigen un incremento del rendimiento del procesador pero se consigue una resolución, que roza el original analógico. La resolución máxima depende por completo de la tarjeta de sonido utilizada.
Al digitalizar las grabaciones se reduce su resolución. Esto significa que, aunque esto no es perceptible para el oído humano, su calidad disminuye para que puedan ser de este modo editadas en una DAW.
El ya mencionado "trabajo no destructivo" y la digitalización son las innovaciones más importantes y que más decisivamente han influido en cómo se trabaja en estudio, junto con la introducción en el mercado de las DAW. Debido a la necesidad de digitalizar totalmente las grabaciones, para que puedan ser utilizables, se consigue también poder llevar a cabo modificaciones durante la edición sin alterar el material original. Al contrario que con las grabaciones magnéticas analógicas, en las que cada cambio tenía que volver a grabarse, y que a posteriori tampoco se podían modificar, el software actual hace todo esto posible. Con el llamado "principio de lista de reproducción" se hace referencia a que los cambios, que se realizan en la DAW, siempre se realizan sobre copias y nunca sobre el material original. En Samplitude siempre se da la oportunidad de cambiar los ajustes de los efectos o de anularlos por completo, y recuperar así el sonido original de la grabación Esto es posible también tiempo después, incluso cuando la mezcla de sonido ya se ha finalizado.
El "principio de lista de reproducción" se ha refinado tanto en Samplitude Pro X que es posible incluso asignar efectos a objetos, sin necesidad de tener que escribir una automatización o crear una nueva pista. Si el solo de guitarra necesita un extra de Hall, puedes aplicárselo fácilmente con el Editor de objetos. Trabajar con una "aproximación orientada al objeto" permite replantearse la idea de mezcla de sonido clásica, llevada a cabo en los antiguos estudios de grabación y basada en pistas, para conseguir aplicar conceptos creativos de forma rápida y sencilla.
Cuando se compara todo esto con los inicios de la producción musical, quedan claras las posibilidades que ofrecen DAW como Samplitude, y cómo pueden estas condensar en pocos megabytes un estudio de grabación completo.
La grabación de audio
El micrófono tiene el nivel adecuado al inicio de cada grabación. Independientemente de la interfaz (tarjeta de sonido) y de la frecuencia de muestreo usadas, las posibilidades son ilimitadas. El nivel de grabación muestra el grado de intensidad del amplificador de micrófono. Este se encuentra habitualmente en la tarjeta de sonido y se ajusta con el regulador Gain. El nivel de grabación óptimo debería ser capaz de abarcar desde las áreas más silenciosas hasta las más ruidosas, sin distorsionarlas. Para ello debería situarse cercano al 0 dBFS en los puntos más ruidosos de la grabación. dBFS significa "decibel full scale" e implica que a 0 dbfs se obtiene el nivel de sonido más alto posible, o, literalmente, que se ha alcanzado el final superior de la escala. Todo lo que supere este valor no será recogido por tu equipo, lo que da como resultado distorsiones.
Al contrario que con las grabaciones analógicas, donde se aprovechaban las sobremodulaciones, para mejorar el timbre durante la grabación (se provocaba para ello una saturación en las partículas magnéticas de las cintas magnetofónicas), en las grabaciones digitales, esto es lo peor que puede pasar. Las distorsiones digitales estropean cualquier grabación y resultan casi imposibles de solucionar o corregir. Lograr en Samplitude un nivel de grabación óptimo, requiere algo de tiempo. El haber escogido el volumen adecuado resulta muy ventajoso posteriormente, a la hora de realizar una buena mezcla de sonido y para agilizar este proceso.
Después de configurar el nivel de grabación hay que elegir también el modo de grabación. Samplitude Pro X diferencia entre grabación standard, punch y loop. Estos son los modos de grabación que hay disponibles. Se diferencian tan solo en la manera cómo se realiza la reproducción y cómo se inicia la grabación.
En el modo estándar se inicia la grabación al pulsar el botón de grabación y se finaliza al pulsar el botón de stop. Este modo es ideal para las primeras tomas, cuando todavía no se dispone de grabaciones previas.
La grabación punch está pensada para corregir los pasajes no muy logrados en una grabación, sin tener que volver a grabar todo otra vez. Esto se realiza manualmente o gracias a los marcadores que se han ido situando durante la reproducción en el modo de grabación. El músico oye durante la reproducción la toma realizada. Esta deja de escucharse, cuando se inicia de nuevo a grabar (punch in). En este momento el músico puede interpretar otra vez su parte, ya que se activa la señal de entrada de su instrumento. Inmediatamente después de finalizar de grabar (punch out), se oye de nuevo la parte anterior, corrigiéndose así los defectos de la grabación.
Una poderosa herramienta, para extraer rápidamente la toma ideal, es la opción de grabación de loops en combinación con la función Revolver tracks de Samplitude. Se consigue así separar el área seleccionada, que se reproducirá en loop cuando se inicie de nuevo a grabar. En muy poco tiempo conseguirás grabar diferentes tomas o variaciones. Al finalizar la grabación se pueden añadir cada una de las grabaciones realizadas a su propia pista. Con Revolver tracks y Take Composer puedes escoger la mejor sección de tu grabación y añadirla a una pista Comping (del inglés to compile, recopilar).
Edición de audio
Al revés que en la cabina de montaje y gracias a la digitalización, en las estaciones de trabajo modernas se pueden realizar cortes y revertirlos en segundos. Aquí también actúa el "Principio de lista de reproducción", por el que ningún corte se efectúa en el material original, sino en la copia. Además de las herramientas manuales, como las tijeras y el pegamento, las DAW actuales ofrecen una gran cantidad de asistentes, que aceleran el proceso de edición.
Gracias a la cuantificación se pueden solucionar errores de timing en el material grabado. En sentido estricto, por cuantificación se entiende la asignación de un valor de nota preestablecido, adaptándolo a los resultados obtenidos durante un proceso de muestreo previo. Respecto a las DAW, significa esto que cualquier señal de audio se adecúa a una muestra previamente definida en la línea temporal. Por lo que los BPM (beats per minute) y el compás son factores determinantes.
Un claro ejemplo de esto es la edición de grabaciones de batería. Con pocos clics es posible trocear la grabación completa en sus elementos integrales y organizarlos secuencialmente en la muestra previamente configurada. Mientras que el trabajo de muchos bateristas depende completamente de la cuantificación en la post producción, para otros sucede lo contrario. Muchos profesionales han desarrollado a lo largo de su carrera un "groove" propio, que los identifica y hace inconfundible su estilo entre los expertos. Si se aplica en exceso la cuantificación, se puede estropear completamente el toque personal, llegando incluso a dañar la grabación.
Por eso ofrecen muchos secuenciadores la posibilidad de mantener la personalidad de un instrumento durante la edición. A esto se le llama groove extraction, mediante este proceso en lugar de adaptarse la batería a la muestra sucede lo contrario, la muestra se ajusta a la batería. El compás y los BPM siguen el ritmo de la percusión, para que no se pierda el toque personal y evitando a la vez que el timing del proyecto se estropee.
Después de asegurar los fundamentos rítmicos de la canción, se pueden también realizar correcciones similares en otros instrumentos del conjunto. La voz constituye en este proceso un caso especial. Al revés que con muchos otros instrumentos "ordinarios", tiene que cuidarse su tono y su disposición en la secuencia temporal. Con la nueva función de Samplitude Pro X, "Elastic Audio", se pueden corregir las oscilaciones tonales erróneas del cantante. Para ello entra en juego una representación de la voz que se asemeja al piano roll, en ella se pueden "arrastrar" las notas al lugar adecuado. Es de mucha importancia lograr una transición fluida entre las partes vocálicas corregidas y las que se han conservado tal cual. Como al cuantificar la batería, una voz perfectamente ajustada al tono se percibe como poco natural y sin vida, arruinando la personalidad de la grabación. Las pequeñas irregularidades ayudan a integrar la voz en la canción de una manera auténtica, sin que se pierda calidad.
Grabación de MIDI
MIDI, que significa "Musical Instruments Digital Interface", fue inicialmente un protocolo de transmisión de señales destinadas a controlar sintetizadores. Se envían únicamente comandos de control, sin contenido musical, que se interpretan en la DAW para generar música. Una señal MIDI no contiene ningún tono sino la siguiente información: generar la nota X, con un volumen Y, durante un tiempo Z. Es tan solo en el software cuando se produce el sonido que después suena en los altavoces.
Al contrario que con grabaciones de audio, las distorsiones en canciones puramente MIDI no generan ningún problema. Otra gran ventaja del MIDI es su flexibilidad. Imagínate que pudieras cambiar la posición de tus dedos o cambiar el amplificador después de haber grabado una guitarra, sin tener que volver a tocarla. En un secuenciador o en una DAW se pueden cambiar todos los parámetros a posteriori.
Para grabar la música generada vía MIDI es necesario, por ejemplo, un controlador USB MIDI, o también se puede utilizar el ratón en el piano roll (editor MIDI). En Samplitude, el piano roll es una representación gráfica que muestra un teclado y los comandos MIDI en relación al tiempo y al tono. En la vista piano roll puedes "pintar" también las notas musicales.
Es necesario un sintetizador, para transformar en sonidos los comandos MIDI que hemos descrito. En una DAW los sintetizadores pueden llamarse también VSTi (Virtual Studio Technology Instrument) o instrumento VST.
Edición MIDI
Como ya nombramos más arriba, la gran ventaja de una grabación MIDI reside en la multitud de posibilidades de edición tras finalizar la grabación. Como con las grabaciones de audio, eventos MIDI pueden ser ajustados en el secuenciador a una muestra predefinida, para corregir imprecisiones durante la interpretación. Normalmente no es posible capturar el groove al realizar una grabación MIDI. Para contrarrestar esto, Samplitude te ofrece la función humanizar. Durante esta "humanización" de los eventos que hayas seleccionado, se modifican sus valores mínimamente para que surja un timing más natural, menos mecánico. Se corrigen de este modo notas individuales muy fácilmente, con lo que no es necesario tener que volver a grabar después de una interpretación no muy correcta. Asimismo hay absoluta libertad en la elección de los instrumentos que interpretarán las notas registradas, ya que los datos MIDI se conservan siempre en la DAW. Solamente se tiene que cambiar el VSTi. Si se quisiera un instrumento nuevo o que otro instrumento también interpretara la misma melodía, solo hay que copiar o mover el objeto MIDI a otra pista de instrumento. Ten en cuenta que no solo objetos de pista individuales se pueden intercambiar, también los datos MIDI de un proyecto entero. Para ello se deben exportar los objetos MIDI de un proyecto, para lo que Samplitude ofrece diferentes posibilidades:
- Exportación conjunta de los objetos MIDI en un archivo con una pista.
- Exportación conjunta de los objetos MIDI en un archivo con varias pistas.
- Exportación de todos los objetos MIDI marcados como archivos MIDI individuales, esto es, un archivo por cada objeto.
Al escoger una de las dos primeras opciones, tienes también la posibilidad de incluir la información del tempo del proyecto en el archivo MIDI. Esto facilita el intercambio de proyectos MIDI completos, ya que cuando se importan en otra DAW no es necesario realizar ajustes en el tempo. El software puede extraer automáticamente tanto información sobre el tempo como cambios en el tempo y aplicarlos. Otra ventaja de exportar un proyecto MIDI completo es la facilidad con que se pueden sustituir instrumentos, sin tener que volver a tocar la melodía, cuando, por ejemplo, un colega dispone de un VST que no se encuentra en tu librería.
También es posible la conversión de material de audio en eventos MIDI. De este modo, en Samplitude se pueden sustituir baterías reales por virtuales. Para lograrlo solo hay que marcar el objeto que se sustituirá por notas MIDI. En el menú Objeto se escoge Cuantificación y después el asistente para cuantificación. Este asistente te deja elegir entre distintos parámetros, con los que puedes determinar, entre otros, la sensibilidad con la que el software reacciona a la interpretación de la percusión se corresponde con la cantidad de marcadores transitorios que se colocarán. Tan pronto como se abre el asistente de cuantificación puedes seleccionar cualquier objeto de audio y en el asistente indicar como Samplitude debe procesarlo. Una vez realizado esto, haz clic en Objeto → Cuantificación → Cuantificación de audio avanzada → Crear MIDI trigger a partir de marcadores transitorios. En este momento se genera automáticamente una nueva pista MIDI, en la que a cada marcador transitorio le corresponderá una nota MIDI. Así se transfiere el groove del material de audio a la pista MIDI y a ti solo te queda elegir el drum kit adecuado. También se puede utilizar la batería virtual como capa sobre la real, para que esta gane en cuerpo.
Las modernas estaciones de trabajo ofrecen la posibilidad de mostrar en el piano roll los datos grabados como notas musicales. Esto sirve de gran ayuda cuando se quieren interpretar las propias composiciones en un instrumento real y uno ya se ha olvidado de las notas. También se mejora así la comprensión general de la notación musical, aunque esta no sea un requisito necesario para trabajar en una DAW.
Mezcla
Tan pronto como se han editado todos los instrumentos de la mezcla, se han establecido los niveles y el timing es el correcto, puedes comenzar con la mezcla.
Originalmente se reproducían durante la mezcla las condiciones en las que se realizaron las grabaciones. A los instrumentos grabados se les aplicaban efectos para lograr el sonido estéreo, esto es, situarlos en el espacio y recrear así una experiencia espacial. Con el tiempo se ha ido interpretando cada vez de forma más laxa este enfoque, ya que gracias a los avances técnicos se puede tratar la música de forma creativa incluso durante la mezcla. Con esta posibilidad se pueden reforzar elementos ya presentes o también añadir nuevos. Afirmaciones como "arréglalo en la mezcla" provocan la falsa impresión que durante la mezcla se puede intervenir decisivamente sobre el sonido de las grabaciones. Y esto está lejos de ser así. Para ahorrar mucho tiempo y no pasar muchos estrés, cuando no estés muy contento con una grabación, lo mejor es volver a interpretar esa parte. Retoques durante la mezcla de sonido son muy laboriosos y arriesgados.
Los efectos aplicados durante la mezcla caen en las siguientes dos grandes categorías: efectos en serie o en paralelo. Los efectos en serie, como compresores y ecualizadores, se irán incorporando uno detrás de otro. Y que utilizan el mismo canal que el material de audio original. Como consecuencia, el efecto actúa sobre el material de audio, que circula por ese canal, modificándolo en su totalidad. Es precisamente si se busca una manipulación de la dinámica o del sonido, cuando más sentido tiene aplicar efectos en serie.
Efectos en paralelo se envían a través de una conexión cruzada en la mesa de mezclas, llamada bus auxiliar. El efecto descansa sobre una pista independiente, con lo que la señal de sonido en el canal original permanece inalterada, mientras que en la segunda pista se puede ir introduciendo parcialmente la señal modificada. Ejemplos de esto son Hall, Delay y diversos efectos de modulación, como Chorus o Flanger. Así obtienes la posibilidad de enviar solo partes del material de audio a través del efecto. Al contrario que con los efectos en serie, en este caso no se modifica el material, sencillamente se le añade algo nuevo.
Masterización
El proceso de Masterización se divide en dos partes: masterización creativa (también llamada pre-masterización) y masterización técnica.
Originalmente se entendía por masterización el proceso de transferir el sonido desde la cinta magnética al vinilo. Debido a diversas limitaciones técnicas, por ejemplo, en el volumen de los bajos o en la correlación de fase de los canales, era necesario preparar una grabación específica para producir discos.
Hasta la actualidad, esta tarea, realizada por los ingenieros de masterización, ha estado tan acotada que, realmente, siempre se ha podido hacer una clara distinción entre masterización creativa y técnica. Gracias a los avances tecnológicos de las modernas DAW, requiere muy poco tiempo realizar los ajustes para planchar copias en CD a partir de una grabación. Así que hoy en día, cuando se habla de masterización, normalmente se hace referencia a masterización creativa.
Una vez se ha fijado el balance de volumen y los efectos en cada pista individual y se ha tenido en cuenta el headroom necesario, la mezcla esta lista para los últimos toques en un estudio de masterización.
Mientras que en la mezcla los efectos se aplican, digamos, enérgicamente para alcanzar un determinado resultado, durante la masterización se actúa más sutilmente. Se trabaja con gradaciones de 0,5 dB normalmente. Además un ingeniero de masterización no recurre a la multitud de efectos que se usan durante la mezcla.
Solo para la creación de un (pre-) master creativo bastan el compresor y el ecualizador. Esto se debe en gran parte a que se trabaja sobre la mezcla estero completa y no sobre cada una de las pistas por separado. Un cambio en los rangos (envelope) del ecualizador influye totalmente sobre la grabación, con excepción de stems o vocal up/down.
Como norma general en la pre-masterización: una mezcla perfecta no necesita ninguna masterización (y menos aún creativa).
Imagínate una mezcla en la que la guitarra no consigue resaltar. Una solución posible sería aumentar las frecuencias a unos 1,5 kHz. En este área de frecuencia pueden encontrarse también partes del tambor, la voz, el bajo y el ataque del bombo. Todas estas porciones de señal se elevarán también con una nueva configuración del ecualizador, con lo que el patrón sonoro se cambiará considerablemente, entrando en conflicto incluso con los propósitos del ingeniero de mezcla. A través de muchos pero pequeños cambios en el ecualizador se intenta durante la masterización manipular de forma selectiva porciones de señal determinadas, sin cambiar demasiado el resto de la mezcla.
Como resultado de la masterización técnica se obtiene un master listo para ser usado en el taller de prensado. A partir del master se producen las copias, por lo que no se realizan nuevas modificaciones en el material de audio durante esta parte del proceso. Además, hay que asegurarse que los fade in y los fade out son correctos. También el orden de las canciones tiene que ser el planeado. La verificación y, en su caso, corrección de desfases o la eliminación de ruido ambiental forma parte también de la masterización técnica, aunque ejerce un impacto global sobre el material de audio. En estos casos, la frontera entre la masterización creativa y técnica se desdibuja.
Exportación
El último paso en una producción musical consiste en transformar un archivo de sesión en un formato de audio utilizable. Es necesario aquí hacer una distinción entre formatos que implican pérdidas de información y los que no. Al consumidor normal de música le bastan formatos como mp3, wmv y Ogg Vorbis, especialmente cuando quiere escuchar sus canciones con auriculares o en el móvil. En este caso no se percibe ninguna diferencia en la calidad, por lo menos mientras la tasa de kilobits no baje de los tres dígitos. Aún con todo, con auriculares y equipos sofisticados es posible notar la diferencia entre los formatos arriba citados y formatos sin pérdida de información, como WAV o AIFF. Al final, decidirse por un formato u otro, resulta de contraponer diferentes posibilidades. Hay que sopesar entre disponer de un mayor espacio de almacenamiento en el equipo o en el teléfono móvil o, si por el contrario, es más importante la calidad de sonido, que a su vez consume más memoria. Si el material de audio se va a destinar a crear copias, entonces se tiene que exportar en un formato sin compresión y garantizar así una calidad de audio óptima.
Normalmente nadie dedica mucho tiempo a pensar en que el software de producción musical, que está utilizando, es realmente complejo. Y especialmente, en que ya no es necesario tener un amplio local para albergar un estudio de grabación como los de antes, con tan solo un PC ya es suficiente. Cada DAW es distinta y no todas están dotadas de las mismas funciones o posibilidades para la edición. En Samplitude Pro X Suite se puede desarrollar cada uno de los pasos necesarios en una producción musical. Desde escribir una canción, pasando por la grabación y la edición, hasta la mezcla y el máster, tendrás a tu disposición innumerables herramientas y los decisivos flujos de trabajo vuelven muy satisfactorio el trabajo con esta DAW.